Federico se repuso rápidamente y dio un vistazo a la habitación: repisas, una mesita de noche, dos maletas de viaje empacadas y en la esquina menos quemada una lámpara; y junto a la lámpara un sillón; y sobre el sillón....
Federico respiró aliviado y esbozó una sonrisa infantil.
“Tontita, siempre te fascinó la seda”.
El contaba con esa fascinación, con lo fácil que era provocar una explosión utilizando una miniatura programable en el tomacorriente, y con su otro trabajo: uno se entera de todo haciendo taxi...
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