Pour la deuxième année, l'université de Poitiers propose à ses étudiants une formation de LTMI (Langues, Traduction, et Médiation Interculturelle)… qui a la particularité de combiner plusieurs langues et de les appliquer à divers champs d'application – autres que ceux bien connus des cursus de LEA. Celui qui nous intéresse ici est évidemment le T de traduction… avec une sympathique promo de L1, manifestement prête à en découdre avec les dictionnaires, les grammaires… Vous voulez traduire, n'est-ce pas ? Vos vœux sont immédiatement exaucés, chers futurs traducteurs.
Je vous mets une première version (à m'envoyer par mail [cf colonne de droite] jeudi prochain – pour publication vendredi) et vous souhaite la bienvenue sur Tradabordo, le blog des étudiants traducteurs bordelais et poitevins… plus largement des nombreux amis de la traduction.
(Les anciens vous confirmeront que le premier ne pouvait pas ne pas être un E. Mendoza)
Utilisez tous les outils dont vous avez besoin, mais travaillez avec sérieux… relisez-vous bien et donnez le meilleur de vous-même, quel que soit votre niveau et votre expérience.
—Qué mala suerte —pensé para mis adentros—, parecía un buen partido para Cándida.
Pero no era el tema familiar lo que debía ocupar mi cerebro por el momento, sino la forma de deshacerme del cadáver en forma discreta y expeditiva. Rechacé el plan de arrojarlo por la ventana, porque su procedencia habría resultado palmaría a quien lo encontrase. Sacarlo del hotel por la puerta era una idea descabellada. Opté, pues, por la solución más sencilla: desembarazarme del cadáver dejándolo donde estaba y poniendo tierra de por medio. Con un poco de suerte, cuando descubrieran el fiambre podían pensar que era yo y no el sueco quien ocupaba la cama. A fin de cuentas, me dije, el portero era tuerto. Comencé a desvalijarle los bolsillos y éste es el inventario de lo que saqué:
Bolsillo interior izquierdo de la chaqueta: nada.
Bolsillo interior derecho de la chaqueta: nada.
Bolsillo exterior izquierdo de la chaqueta: nada.
Bolsillo exterior derecho de la chaqueta: nada.
Bolsillo izquierdo del pantalón: una caja de cerillas propaganda de un restaurante gallego, un billete de mil pesetas, media entrada de cine descolorida.
Bolsillo derecho del pantalón: una bolsita de plástico transparente que contenía: a) tres sobrecitos de un polvo blanco, alcaloide, anestésico y narcótico, vulgo cocaína; b) tres pedacitos de papel secante impregnados de ácido lisérgico; c) tres píldoras anfetamínicas.
Zapatos: nada.
Calcetines: nada.
Calzoncillos: nada.
Boca: nada.
Orificios nasales, auditivos y rectal: nada.
Mientras practicaba el registro, no dejaba de formularme las preguntas que me habría formulado antes si las circunstancias me hubieran permitido concentrarme en el aspecto especulativo de la situación. ¿Quién era en realidad aquel individuo? Carecía totalmente de documentación, agenda, libreta de teléfonos y esas cartas que uno se echa al bolsillo con ánimo de contestarlas a la primera ocasión. ¿Por qué había venido a mi cuarto? Estando como estaba en las últimas, su hipotético interés por mi hermana no parecía un motivo plausible. ¿Cómo había sabido dónde encontrarme? Sólo muy avanzada la noche había encontrado yo sitio donde pernoctar; mal podían saberlo mi hermana y su cliente. ¿Por qué me había amenazado con una pistola?, ¿por qué llevaba drogas en el pantalón?, ¿por qué se había afeitado la barba? Sólo mi hermana podía responder a estas preguntas, por lo que me urgía tener con ella un cambio de impresiones, aunque ello equivaliera a involucrarla en un asunto cuya evolución, a juzgar por sus inicios, no podía preverse placentera.
Eduardo Mendoza, El misterio de la cripta embrujada
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