Un poco de historia y de música de esa Asturias, de la mitad o el cuarto, ¡qué más da!, de mi sangre celta y un poco de esa bisabuela que no volvió nunca de su viaje de visita a su Oviedo natal. De su cuerpecito carcomido por la tuberculosis hundiéndose lenta y definitivamente en aquel mar azul. Etéreo y azul. Inmenso y azul. Dejando para siempre en aquel barco a sus dos hijos de 5 y 8 años solos, con y en toda esa inmensidad y esa soledad para ellos solos…
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