Elena a eu la gentillesse de se prêter à l'exercice difficile de présenter publiquement sa traduction pour un texte proposé à un concours national… et je la remercie vivement.
Vous trouverez le texte original dans un post du 18 novembre. De même que pour la version, vous pouvez poser d'éventuelles questions à Elena et de même que pour la version aussi, il ne s'agit pas d'un règlement de comptes, mais d'un simple et strict échange de points de vue.
Descendía la última ladera del Canigó, y aunque el sol ya se había puesto, distinguía en la planicie las casas de la pequeña ciudad de Ille, hacia la cual me dirigía.
« ¿Sabrá, le dije al catalán que me servía de guía desde la víspera, sabrá usted sin duda a dónde vive el señor de Peyrehorade?
− ¡Que si lo sé! exclamó, conozco su casa como la mía propia; y si no estuviese tan oscuro se la mostraría. Es la más hermosa de Ille. Sí que tiene dinero el señor de Peyrehorade, y casa a su hijo con alguien más rico que él todavía.
−¿Y ese casamiento se celebrará pronto? le pregunté.
−¡Muy pronto! Puede que los violines estén ya contratados para la ceremonia. ¡Esta tarde o a lo mejor mañana o pasado mañana, yo qué sé! Es en Puygarrig donde tendrá lugar; puesto que es con la señorita de Puygarrig con quien se casa el hijo. ¡Todo estará muy bonito, claro que sí! […] ¿Vaya, apostaría a que usted ha venido a Ille para ver al ídolo? Lo he adivinado por haberlo visto retratando a los santos de Serrabona.
−¡El ídolo! ¿Qué ídolo?» Esa palabra había despertado mi curiosidad., «¡Cómo! ¿No le han relatado en Perpiñán como fue que el señor de Peyrehorade había encontrado a un ídolo en la tierra?
−¿Querrá usted decir una estatua de tierra cocida, de arcilla?
−No, qué va. Si es de cobre, sí […] Pesa tanto como una campana de iglesia. La hemos encontrado muy profundo en la tierra al pie de un olivo.
−¿Entonces estaba usted presente en el momento del descubrimiento?
−Sí señor. El señor de Peyrehorade nos pidió, hace quince días, a Jean Coll y a mí, que arrancáramos un viejo olivo que se había helado el año pasado […]. Y trabajando en eso fue como, Jean Coll, quien lo hacía con brío, dio un golpe con el pico y se oyó bimm…, como si hubiera golpeado contra una campana.
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