« Minne ?… Minne chérie, c'est fini, cette rédaction ! Minne, tu vas abîmer tes yeux ! »
Minne murmure d’impatience. Elle a déjà répondu trois fois :
« Oui, maman » à Maman qui brode derrière le dossier de la grande bergère…
Minne mordille son porte-plume d’ivoire, si penchée sur son cahier qu’on voit seulement l’argent de ses cheveux blonds, et un bout de nez fin entre deux boucles pendantes.
Le feu parle tout bas, la lampe à huile compte goutte à goutte les secondes, Maman soupire. Sur la toile cirée de sa broderie – un grand col pour Minne – l’aiguille, à chaque point, toque du bec. Dehors, les platanes du boulevard Berthier ruissellent de pluie, et les tramways du boulevard extérieur grincent musicalement sur leurs rails.
Minne murmure d’impatience. Elle a déjà répondu trois fois :
« Oui, maman » à Maman qui brode derrière le dossier de la grande bergère…
Minne mordille son porte-plume d’ivoire, si penchée sur son cahier qu’on voit seulement l’argent de ses cheveux blonds, et un bout de nez fin entre deux boucles pendantes.
Le feu parle tout bas, la lampe à huile compte goutte à goutte les secondes, Maman soupire. Sur la toile cirée de sa broderie – un grand col pour Minne – l’aiguille, à chaque point, toque du bec. Dehors, les platanes du boulevard Berthier ruissellent de pluie, et les tramways du boulevard extérieur grincent musicalement sur leurs rails.
Colette, L'ingénue libertine
La traduction de Laëtitia :
« ¿Minne ?... Minne cariño, ya está, la redacción ! ¡Minne, te vas a estropear los ojos ! » Minne murmura de impaciencia. Ya le ha contestado tres veces : « Sí, mamá » a Mamá que está bordando detrás del respaldo de la poltrona... Minne mordisquea su portaplumas de marfil, tan inclinada sobre su cuaderno que sólo se le ve lo plateado de su pelo rubio, y un pedazo fino de nariz entre dos rizos pendientes. El fuego habla bajito, la lámpara de aceite cuenta los segundos gota a gota, Mamá suspira. En el hule de su bordado – un cuello ancho para Minne – la aguja, a cada puntada, golpea con el pico. Fuera, los plátanos del bulevar Berthier chorrean de lluvia, y los tranvías del bulevar exterior chirrían musicalmente sobre sus raíles.
La traduction de Laëtitia Sw. :
« ¿ Minne ?… Querida Minne, ¡ la acabas de una vez esa redacción ! Minne, ¡ te vas a estropear los ojos ! »
Minne susurra con impaciencia. Ella ya ha contestado tres veces :
« Sí, mamá » a Mamá que está haciendo punto detrás del respaldo de la gran poltrona…
Minne mordisquea su palillero de marfil, tan inclinada en su cuaderno que sólo se ve lo plateado de su pelo rubio, y la punta de una nariz fina entre dos rizos colgantes.
El fuego habla bajito, el velón cuenta gota a gota los segundos, Mamá suspira. En el hule de su bordado — un gran cuello para Minne — la aguja, a cada punto, está tocando con el pico. Fuera, la lluvia empapa los plátanos del bulevar Berthier, y los tranvías de la ronda chirrían musicalmente sobre los carriles.
« ¿Minne ?... Minne cariño, ya está, la redacción ! ¡Minne, te vas a estropear los ojos ! » Minne murmura de impaciencia. Ya le ha contestado tres veces : « Sí, mamá » a Mamá que está bordando detrás del respaldo de la poltrona... Minne mordisquea su portaplumas de marfil, tan inclinada sobre su cuaderno que sólo se le ve lo plateado de su pelo rubio, y un pedazo fino de nariz entre dos rizos pendientes. El fuego habla bajito, la lámpara de aceite cuenta los segundos gota a gota, Mamá suspira. En el hule de su bordado – un cuello ancho para Minne – la aguja, a cada puntada, golpea con el pico. Fuera, los plátanos del bulevar Berthier chorrean de lluvia, y los tranvías del bulevar exterior chirrían musicalmente sobre sus raíles.
La traduction de Laëtitia Sw. :
« ¿ Minne ?… Querida Minne, ¡ la acabas de una vez esa redacción ! Minne, ¡ te vas a estropear los ojos ! »
Minne susurra con impaciencia. Ella ya ha contestado tres veces :
« Sí, mamá » a Mamá que está haciendo punto detrás del respaldo de la gran poltrona…
Minne mordisquea su palillero de marfil, tan inclinada en su cuaderno que sólo se ve lo plateado de su pelo rubio, y la punta de una nariz fina entre dos rizos colgantes.
El fuego habla bajito, el velón cuenta gota a gota los segundos, Mamá suspira. En el hule de su bordado — un gran cuello para Minne — la aguja, a cada punto, está tocando con el pico. Fuera, la lluvia empapa los plátanos del bulevar Berthier, y los tranvías de la ronda chirrían musicalmente sobre los carriles.
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