samedi 13 décembre 2008

Votre thème du week-end

En photo : Poissons )@ )@ )@ @( @( @(
par JMC - PHOTO

Comme je sais que Nathalie n'est pas une fan de la rubrique « Votre thème du week-end », je prends le risque de vous proposer ce court extrait de Les Malheurs de Sophie, que tout ancien enfant-lecteur ou lecteur-enfant digne de ce nom aura sans nul doute bien en mémoire (félicitez-vous que j'aie coupé avant la séance de torture).

Les petits poissons

Sophie était étourdie ; elle faisait souvent sans y penser de mauvaises choses. Voici ce qui lui arriva un jour : Sa maman avait des petits poissons pas plus longs qu’une épingle et pas plus gros qu’un tuyau de plume de pigeon. Mme de Réan aimait beaucoup ses petits poissons, qui vivaient dans une cuvette pleine d’eau au fond de laquelle il y avait du sable pour qu’ils pussent s’y enfoncer et s’y cacher. Tous les matins Mme de Réan portait du pain à ses petits poissons ; Sophie s’amusait à les regarder pendant qu’ils se jetaient sur les miettes de pain et qu’ils se disputaient pour les avoir.
Un jour son papa lui donna un joli petit couteau en écaille ; Sophie, enchantée de son couteau, s’en servait pour couper son pain, ses pommes, des biscuits, des fleurs, etc.
Un matin, Sophie jouait ; sa bonne lui avait donné du pain, qu’elle avait coupé en petits morceaux, des amandes, qu’elle coupait en tranches, et des feuilles de salade ; elle demanda à sa bonne de l’huile et du vinaigre pour faire la salade.
« Non, répondit la bonne ; je veux bien vous donner du sel, mais pas d’huile ni de vinaigre, qui pourraient tacher votre robe. »
Sophie prit le sel, en mit sur sa salade ; il lui en restait beaucoup.
« Si j’avais quelque chose à saler ? se dit-elle. Je ne veux pas saler du pain ; il me faudrait de la viande ou du poisson... Oh ! la bonne idée ! Je vais saler les petits poissons de maman ; j’en couperai quelques-uns en tranches avec mon couteau, je salerai les autres tout entiers ; que ce sera amusant ! Quel joli plat cela fera ! »

Comtesse de Ségur, Les Malheurs de Sophie, 1859.

***

Sophie era una niña atolondrada. Muchas veces solía hacer tonterías sin darse cuenta.
He aquí lo que le pasó un día : su mamá tenía unos pececitos apenas más largos que un alfiler y apenas más espesos que el cañón de una pluma de paloma. La señora de Réan tenía mucho apego por sus pececitos ; éstos vivían en una palangana llena de agua, con arena en el fondo para que pudieran hundirse y esconderse en ella.
Cada mañana, la Señora de Réan daba pan a sus pececitos ; Sophie se entretenía obervándolos mientras se precipitaban sobre las migas de pan y se peleaban para conseguirlas.
Un día su papá le regaló una preciosa navajita de concha. Sophie encantada por dicha navaja, la usaba para cortarse el pan, las manzanas, galletas, flores etc.
Una mañana, Sophie estaba jugando ; su aya le había dado pan, que ella había cortado en trocitos, unas almendras que cortó en rajas, y hojas de lechuga ; pidió a su aya aceite y vinagre para preparar la ensalada.
- No, le contestó la criada ; acepto darle sal, pero ni aceite ni vinagre que podrían manchar su vestido.
Sophie cogió la sal, y la puso en su ensalada ; le sobraba mucha ;
- ¿ Si tuviera yo algo que salar ? Se dijo. No quiero salar el pan ; me haría falta carne o pez… ¡ Qué idea más buena ! Voy a salar a los pececitos de Mamá ; con mi navaja cortaré algunos en rodajas, y a los otros sin cortar les echaré sal; ¡ Qué divertido va a ser ! ¡ Qué plato más precioso va a resultar !

***

Nathalie nous propose sa traduction :
(son mail d'accompagnement était très bien – car elle écrit bien, notre amie –, et donc je le joins en guise d'introduction :
« Voilà, je viens de traduire mon premier thème ; celui-là, je ne pouvais pas le laisser passer! Merci de m'avoir permis de replonger dans quelques souvenirs d'enfance, pas si éloignés finalement. Je suis même allée consulter un des nombreux exemplaires de la Comtesse de SEGUR qui dort dans ma bilbiothèque "jeunesse" afin de vérifier si, sur les illustrations, on apercevait le fameux petit couteau en écaille de Sophie. J'avais besoin de savoir si la lame était rétractable pour trancher entre "cuchillo" et "navaja"... Résultat nul : pas le moindre petit couteau en vue... Tant pis; j'en ai quand même profité pour regarder les belles illustrations à l'ancienne... et lire la fin de l'épisode... Merci de m'avoir épargné la mort atroce de ces pauvres petites bêtes dans l'extrait que tu as donné. Tant que j'y suis, si tu manques d'inspiration pour les thèmes à venir, je te suggère "les 4 filles du docteur March", "petite princesse"... Non, je plaisante : je crois que tout le monde va me tomber dessus ! »)

Los pececitos

Sophie era irreflexiva : a menudo por descuido hacía cosas malas. He aquí lo que le pasó un día. Su mamá tenía pececitos no más largos que un alfiler ni más anchos que un cañón de pluma de paloma. A la señora de Réan le gustaba mucho sus pececitos que vivían en una palangana llena de agua y con arena en el fondo para que pudieran hundirse y esconderse en ella. Cada mañana, la señora de Réan les traía pan a sus pececitos ; Sophie se divertía mirándolos mientras se arrojaban sobre las migajas de pan y peleaban por tragárselas.
Algún día, su papá le regaló una hermosa navaja de carey ; encantada por su navaja, Sophie la usaba para cortar su pan, sus manzanas, las galletas, las flores, etc.
Una mañana, Sophie estaba jugando : su criada le había dado pan - y Sophie lo había cortado a trocitos -, almendras - que cortó en hojas - y lechuga ; luego, Sophie le pidió a la criada aceite y vinagre para aderezar la ensalada.
« No, le contestó la crida ; estoy dispuesta a darle sal pero ni aceite ni vinagre porque podrían manchar su vestido . »
Sophie tomó la sal y la virtió en su ensalada ; ya le quedaba mucha.
« ¿A ver si tengo algo en que echar sal ? se dijo. No quiero poner sal en el pan ; necesitaría carne o pescado… ¡Oh, qué idea más buena! Voy a echarles sal a los pececitos de mamá ; cortaré algunos en rodajas con mi navaja y a los demás, les echaré sal sin cortarlos. ¡Cuán divertido va a ser ! ¡Qué plato más hermoso voy a preparar !

***

Laure G. nous propose sa traduction (avec un petit mail d'accompagnement, que je reproduis) :

« L'heure est aux plaintes... (mais des plaintes amicales) !!! Je suis stupéfaite et frustrée de voir la vitesse à laquelle dégainent mes chères collègues pour s'attaquer aux traductions proposées !!! J'ai vu ce matin le thème du week-end sur la recette de Sophie à base de petits poissons !... Mais avant même de commencer ma traduction, je savais que mon plat allait être du réchauffé ! Tant pis, je suis de CELLES qui n'hésitent pas à remettre du SEL... et même à fourrer leur grain de SEL !
Voici donc ma version de cette histoire juvénile... »

LOS PECECITOS

Sophie solía andar en las nubes ; muchas veces hacía cosas malas sin quererlo. He aquí lo que le ocurrió un día. Su mamá tenía pececitos no más largos que un alfiler ni más gruesos que un cañón de una pluma de paloma. A la señora de Réan le gustaban mucho sus pececitos, que vivían en una jofaina llena de agua en cuyo fondo había arena para que allí pudieran meterse y ocultarse. Cada mañana la señora de Réan les traía pan a sus pececitos ; Sophie se entretenía mirándolos mientras se abalanzaban sobre las migas de pan y se las disputaban. Un día su papá le dio un bonito cuchillo de concha ; Sophie, encantada con el cuchillo, lo utilizaba para cortar el pan, las manzanas, las galletas, las flores, etc… Alguna que otra mañana, Sophie estaba jugueteando ; la sirvienta le había dado pan que había recortado en trocitos, almendras que había cortado en rodajas, y hojas de ensalada ; le pidió a la sirvienta aceite y vinagre para aliñar la ensalada. « No, le contestó la sirvienta ; sí que acepto darle sal, pero ni aceite ni vinagre, que podrían manchar su vestido. »
Sophie cogió la sal, que echó a la ensalada ; le sobraba mucha.
« ¡Si tuviera algo que salar ! se dijo. No quiero salar pan; me haría falta carne o pescado… ¡Mira qué idea más linda! Voy a echarles sal a los pececitos de mi mamá; cortaré unos en rodajas con el cuchillo, salaré los demás a lo largo y ancho ; ¡cuán gracioso será ! ¡qué rico va a salir este guiso ! »

***

Odile nous propose sa traduction :

Sophie era despistada ; muy a menudo, sin quererlo, solía hacer maldades. He aquí lo que le pasó una vez : su mamá tenía unos pecicitos apenas más largos que un alfiler y apenas más gordos que un cañón de pluma de palomo. La señora de Réan tenía mucho apego por sus pececitos, los cuales vivían en una palangana llena de agua, con arena en el fondo para que pudiesen hundirse y esconderse. Cada mañana, la señora de Réan daba pan a sus pecicitos ; Sophie se entretenía mirándolos cuando se arrojaban a las migas de pan y peleaban para comérselas. 
Un día, su papá le regaló una preciosa navajita de concha ; Sophie, encantada con su navaja, la usaba para cortar el pan, las manzanas,las galletas, las flores, etc.
Una mañana Sophie estaba jugando ; su aya le había dado pan y Sophie lo había cortado a trocitos, unas almendras que cortó a rodajas, y hojas de lechuga ; le pidió a su aya aceite y vinagre para preparar la ensalada.
« No, le contestó el aya : sí que acepto darle sal, pero aceite y vinagre, no, porque podrían manchar su vestido. »
Sophie cogió la sal y puso en la ensalada ; le sobraba mucha.
« ¿ Si tuviera algo que salar? pensó. No quiero salar el pan ; necesitaría carne o pescado...¡Qué idea más buena! Voy a salar los pececitos de mamá ; cortaré algunos en rodajas con mi navaja, y salaré los otros sin cortarlos ; ¡Qué divertido será ¡Qué plato más bonito será!

2 commentaires:

Tradabordo a dit…

Chère Nathalie,

S'il ne fallait que ça pour t'amener au thème du week-end, nous allons nous aussi ouvrir nos vieilles malles pour retrouver les volumes de la Bibliothèque rose. À ce propos, je te rappelle que Le Chat botté est resté en plan… Tu n'entends pas sa petite voix : « Nathaliiiiiieeeee » ?

Anonyme a dit…

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