—Et pourquoi cesserais-je d'être de mon village? Il n'y faut pas compter. Te voilà bien fière, mon pauvre Minet-Chéri, parce que tu habites Paris depuis ton mariage. Je ne peux pas m'empêcher de rire en constatant combien tous les Parisiens sont fiers d'habiter Paris, les vrais parce qu'ils assimilent cela à un titre nobiliaire, les faux parce qu'ils s'imaginent avoir monté en grade. À ce compte-là, je pourrais me vanter que ma mère est née boulevard Bonne-Nouvelle! Toi, te voilà comme le pou sur ses pieds de derrière parce que tu as épousé un Parisien. Et quand je dis un Parisien… les vrais Parisiens d'origine ont moins de caractère dans la physionomie. On dirait que Paris les efface!
Elle s'interrompait, levait le rideau de tulle qui voilait la fenêtre:
— Ah! Voici Mlle Thévenin qui promène en triomphe, dans toutes les rues, sa cousine de Paris. Elle n'a pas besoin de le dire, que cette dame Quériot vient de Paris: beaucoup de seins, les pieds petits et des chevilles trop fragiles pour le poids du corps; deux ou trois chaînes de cou, les cheveux très bien coiffés… il ne m'en faut pas tant pour savoir que cette dame Quériot est caissière dans un grand café. Une caissière parisienne ne pare que sa tête et son buste, le reste ne voit guère le jour. En outre, elle ne marche pas assez et engraisse de l'estomac. Tu verras beaucoup, à Paris, ce modèle de femme-tronc.
Ainsi parlait ma mère, quand j'étais moi-même, autrefois, une très jeune femme. Mais elle avait commencé, bien avant mon mariage, de donner le pas à la province sur Paris. Mon enfance avait retenu des sentences, excommunicatoires le plus souvent, qu'elle lançait avec une force d'accent singulière. Où prenait-elle leur autorité, leur suc, elle qui ne quittait pas, trois fois l'an, son département? D'où lui venait le don de définir, de pénétrer, et cette forme décrétale de l'observation?Colette, Sido, 1901
Brigitte nous propose sa traduction du texte de Colette… Que les autres apprentis n'hésitent pas à mettre leur grain de sel.
— Y ¿ Por qué dejaría yo de ser de mi pueblo ? De eso, ni hablar. Pobre de ti, Gatito Mío,¡ Qué orgullosa te has hecho, por vivir en París desde que te casaste.
No puedo menos de reírme al comprobar lo orgullosos que están todos los Parisinos de vivir en París, los verdaderos porque lo asimilan con un título de nobleza, los falsos porque se imaginan haber ascendido de categoría.
Si fuera por eso,¡ me podría vanagloriar de que mi madre nació en el Bulevar Bonne-Nouvelle !
Y tú, como un piojo erguido en sus patas traseras, sólo por haber contratado matrimonio con un Parisino.
Y cuando digo Parisino…los auténticos parisinos nativos tienen menos carácter en el gesto. ¡ Es como si París les difuminase !
Ella se quedaba callada y levantaba los visillos de gasa de la ventana :
- Mira que viene la señorita Thévenin, de paseo por todas las calles luciendo a su prima de París. No le hace falta decir que la señora de Quériot viene de París : mucho pecho, unos pieciecitos con tobillos demasiados débiles para poder soportar el peso de su cuerpo ; dos o tres collares, el pelo muy bien aseado… Eso me basta para saber que la señora de Quériot trabaja de cajera en un gran café. Una cajera parisina sólo suele adornarse la cabeza y el pecho, el resto poco sale a luz. Además, no anda lo suficiente y engorda al nivel del estómago. En París, podrás ver a muchas de esas mujeres truncadas.
Así hablaba mi madre antaño, cuando yo misma era una mujer muy joven. Pero mucho antes de casarme, ella había empezado ya a valorar las provincias antes que París.
Mi infancia tenía grabada en la memoria unas sentencias, muchas veces excomunicatorias, que ella solía soltar con una fuerza peculiar.
¿ De dónde sacaría su autoridad y su esencia, si ella apenas salía de su distrito tres veces al año ?
¿ De dónde le vendría este dote para definir, para profundizar y esta forma tan decretal de la observación ?
— Y ¿ Por qué dejaría yo de ser de mi pueblo ? De eso, ni hablar. Pobre de ti, Gatito Mío,¡ Qué orgullosa te has hecho, por vivir en París desde que te casaste.
No puedo menos de reírme al comprobar lo orgullosos que están todos los Parisinos de vivir en París, los verdaderos porque lo asimilan con un título de nobleza, los falsos porque se imaginan haber ascendido de categoría.
Si fuera por eso,¡ me podría vanagloriar de que mi madre nació en el Bulevar Bonne-Nouvelle !
Y tú, como un piojo erguido en sus patas traseras, sólo por haber contratado matrimonio con un Parisino.
Y cuando digo Parisino…los auténticos parisinos nativos tienen menos carácter en el gesto. ¡ Es como si París les difuminase !
Ella se quedaba callada y levantaba los visillos de gasa de la ventana :
- Mira que viene la señorita Thévenin, de paseo por todas las calles luciendo a su prima de París. No le hace falta decir que la señora de Quériot viene de París : mucho pecho, unos pieciecitos con tobillos demasiados débiles para poder soportar el peso de su cuerpo ; dos o tres collares, el pelo muy bien aseado… Eso me basta para saber que la señora de Quériot trabaja de cajera en un gran café. Una cajera parisina sólo suele adornarse la cabeza y el pecho, el resto poco sale a luz. Además, no anda lo suficiente y engorda al nivel del estómago. En París, podrás ver a muchas de esas mujeres truncadas.
Así hablaba mi madre antaño, cuando yo misma era una mujer muy joven. Pero mucho antes de casarme, ella había empezado ya a valorar las provincias antes que París.
Mi infancia tenía grabada en la memoria unas sentencias, muchas veces excomunicatorias, que ella solía soltar con una fuerza peculiar.
¿ De dónde sacaría su autoridad y su esencia, si ella apenas salía de su distrito tres veces al año ?
¿ De dónde le vendría este dote para definir, para profundizar y esta forma tan decretal de la observación ?
***
Laure G. nous propose sa traduction :
Pero ¿por qué dejaría yo de ser de mi pueblo ? Ni de palo. Lo orgullosa que te has puesto, pobrecito Gatito-Cariño, y eso porque vives en París desde la boda. No puedo pasar sin reír al constatar cuán orgullosos están los parisinos de vivir en París, los verdaderos pues lo asimilan con un título nobiliario, los falsos pues imaginan que han medrado. En este caso, ¡igual podría yo presumir de que nació mi madre bulevar Bonne-Nouvelle! Y tú, más orgullosa que don Rodrigo en la horca sólo porque te has casado con un parisino. Y cuando digo parisino... A los verdaderos parisinos oriundos les sale menos el genio en la fisonomía. ¡Se diría que los eclipsa París!
Se interrumpía, levantaba la cortinilla de tul que cubría la ventana:
-¡Mira!, que ahí viene la señorita Thevenin que pasea bajo palio, por todas las calles, a su prima de París. Ni siquiera hace falta que lo diga, que aquella doña Queriot viene de París: mucho pecho, los pies diminutos y los tobillos demasiado tenues para el peso del cuerpo; dos o tres collares, el cabello muy bien peinado... No necesito más para saber que aquella doña Queriot está de cajera en un gran café. Una cajera parisina sólo se adorna la cabeza y el busto, el resto casi no sale a luz. Por añadidura, no camina lo suficiente así que echa tripa. En París, verás a porfía a ese tipo de mujer-tronco.
Así hablaba mi madre, cuando yo misma era, antaño, muy jovencita. Pero había empezado, mucho antes de que me casase, a anteponer la provincia a París. Mi niñez había retenido sentencias, excomunicatorias las más veces, que ella soltaba con una fuerza de acento singular. ¿De dónde sacaba esa autoridad, ese jugo, si ella apenas dejaba tres veces al año su provincia? ¿De dónde le salía el don de definir, penetrar, y esa forma decretal de la observación?
Pero ¿por qué dejaría yo de ser de mi pueblo ? Ni de palo. Lo orgullosa que te has puesto, pobrecito Gatito-Cariño, y eso porque vives en París desde la boda. No puedo pasar sin reír al constatar cuán orgullosos están los parisinos de vivir en París, los verdaderos pues lo asimilan con un título nobiliario, los falsos pues imaginan que han medrado. En este caso, ¡igual podría yo presumir de que nació mi madre bulevar Bonne-Nouvelle! Y tú, más orgullosa que don Rodrigo en la horca sólo porque te has casado con un parisino. Y cuando digo parisino... A los verdaderos parisinos oriundos les sale menos el genio en la fisonomía. ¡Se diría que los eclipsa París!
Se interrumpía, levantaba la cortinilla de tul que cubría la ventana:
-¡Mira!, que ahí viene la señorita Thevenin que pasea bajo palio, por todas las calles, a su prima de París. Ni siquiera hace falta que lo diga, que aquella doña Queriot viene de París: mucho pecho, los pies diminutos y los tobillos demasiado tenues para el peso del cuerpo; dos o tres collares, el cabello muy bien peinado... No necesito más para saber que aquella doña Queriot está de cajera en un gran café. Una cajera parisina sólo se adorna la cabeza y el busto, el resto casi no sale a luz. Por añadidura, no camina lo suficiente así que echa tripa. En París, verás a porfía a ese tipo de mujer-tronco.
Así hablaba mi madre, cuando yo misma era, antaño, muy jovencita. Pero había empezado, mucho antes de que me casase, a anteponer la provincia a París. Mi niñez había retenido sentencias, excomunicatorias las más veces, que ella soltaba con una fuerza de acento singular. ¿De dónde sacaba esa autoridad, ese jugo, si ella apenas dejaba tres veces al año su provincia? ¿De dónde le salía el don de definir, penetrar, y esa forma decretal de la observación?
***
Odile nous propose sa traduction :
¿A ver, por qué dejaría de ser de mi pueblo? De eso, ni hablar. Te has vuelto orgullosa, Gatito-Querido, pobrecita, porque vives en París desde que te casaste. No puedo reprimir la risa al ver lo orgullosos que son todos los Parisinos por vivir en París, los verdaderos porque les parece un título de nobleza y los falsos porque se piensan haber ascendido a otra categoría. ¡Por esa cuenta, también yo podría glorificarme de que mi madre haya nacido en el bulevar Bonne-Nouvelle! Tú, te has vuelto como un piojo erguido porque te has casado con un parisino. Y cuando digo un parisino.....los verdaderos parisinos, los nativos, tienen menos carácter en la fisionomia. ¡Parece que París los borrara!
Se interrumpía, apartaba los visillos de tul de la ventana:
-¡Ah! Por aquí viene la señorita Thévenin mostrando, orgullosa, a su prima por todas las calles. Ni falta hace que diga que esta señora Quériot es de Paris: mucho pecho, pequeños pies y tobillos demasiados finos para el peso del cuerpo; dos o tres collares , el pelo muy bien arreglado.....no preciso tanto para adivinar que esta señora Queriot trajaba de cajera en un grand café. Una cajera parisina sólo adorna la cabeza y el busto, lo demás no ve la luz del dia. Además, no camina lo suficiente y se le pone vientre. Verás mucho, en Paris, este modelo de mujer-tronco.
Asi era como mi madre hablaba, cuando yo misma era, antaño, una mujer muy joven. Pero había empezado, mucho antes de que me casase, en darle la preferencia a la provincia y no a París. Mi niñez habia memorizado sentencias, de excomunión la más de veces, que ella proferaba con singular fuerza. ¿De dónde les sacaba la autoridad, la sustancia, ella que no salía ni tres veces al año de su departamento? ¿De dónde le venía el dote de definir, de penetrar y esta forma de decretar tras la observación?
¿A ver, por qué dejaría de ser de mi pueblo? De eso, ni hablar. Te has vuelto orgullosa, Gatito-Querido, pobrecita, porque vives en París desde que te casaste. No puedo reprimir la risa al ver lo orgullosos que son todos los Parisinos por vivir en París, los verdaderos porque les parece un título de nobleza y los falsos porque se piensan haber ascendido a otra categoría. ¡Por esa cuenta, también yo podría glorificarme de que mi madre haya nacido en el bulevar Bonne-Nouvelle! Tú, te has vuelto como un piojo erguido porque te has casado con un parisino. Y cuando digo un parisino.....los verdaderos parisinos, los nativos, tienen menos carácter en la fisionomia. ¡Parece que París los borrara!
Se interrumpía, apartaba los visillos de tul de la ventana:
-¡Ah! Por aquí viene la señorita Thévenin mostrando, orgullosa, a su prima por todas las calles. Ni falta hace que diga que esta señora Quériot es de Paris: mucho pecho, pequeños pies y tobillos demasiados finos para el peso del cuerpo; dos o tres collares , el pelo muy bien arreglado.....no preciso tanto para adivinar que esta señora Queriot trajaba de cajera en un grand café. Una cajera parisina sólo adorna la cabeza y el busto, lo demás no ve la luz del dia. Además, no camina lo suficiente y se le pone vientre. Verás mucho, en Paris, este modelo de mujer-tronco.
Asi era como mi madre hablaba, cuando yo misma era, antaño, una mujer muy joven. Pero había empezado, mucho antes de que me casase, en darle la preferencia a la provincia y no a París. Mi niñez habia memorizado sentencias, de excomunión la más de veces, que ella proferaba con singular fuerza. ¿De dónde les sacaba la autoridad, la sustancia, ella que no salía ni tres veces al año de su departamento? ¿De dónde le venía el dote de definir, de penetrar y esta forma de decretar tras la observación?
2 commentaires:
De la part de Nuria O. à propos de la proposition de traduction de Brigitte :
Quelques propositions/variations non dogmatiques de Nuria O.
1. Te voilà bien fière : Se te han subido los humos, cariñito, desde que te fuiste a vivir a Paris al casarte.
2. ... parce que tu as épousé : por haber contraido matrimonio
3. Ah! voilà Mlle T. : Mira, ahí viene...
4. engraisse de l'estomac : le salen michelines
5. une très jeune femme : aún muy joven
6. mon enfance avait retenu : mi infancia había absorbido
7. le don : la capacidad
8. cette forme decretale : tajante/sentenciosa
Je m'avoue en faillite en ce qui concerne "beaucoup de seins".
À la prochaine!
De la part de Nuria O.
On pourrait dire "muy pechugona" pour "beaucoup de seins" et on garderait le ton comique.
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