mercredi 9 mars 2011

Un message de la part d'Émeline (promo Aline Schulman)

Vous vous en souvenez certainement, Émeline Laduche fait partie de la promo Aline Schulman et s'est lancée, cette année, dans la rédaction d'un mémoire de Master 2 recherche sur la traduction de l'argot, à partir du roman : Historias del Kronen, José Ángel Mañas. Elle vient de m'envoyer un mail avec la proposition suivante : l'aider dans sa réflexion "théorique" à partir d'une séance pratique collective. À vous de voir si cela vous tente et, le cas échéant, de me dire quand vous pensez être prêts pour qu'on puisse organiser l'atelier – d'ailleurs, cela peut être l'occasion d'inviter les postulants apprentis traducteurs à se joindre à nous… pour nous donner un coup de main et pour mettre un pied dans l'engrenage. J'attends vos avis…
Je laisse la "parole" à Émeline, pour plus de détails :

Le travail que je leur demanderais serait de traduire le texte, bien sûr, mais surtout de travailler le lexique argotique présent dans le texte et si possible d'essayer d'élaborer une fiche, avec toutes les diverses traductions envisagées, la traduction finalement retenue – et évidemment pourquoi.

Pour ce qui est des ressources, wordreference et sensagent sont utiles, il y a aussi http://elplop.com et tous les dictionnaires d'argot disponibles à la bibliothèque (si je ne les ai pas empruntés).

I
Me jode ir al Kronen los sábados por la tarde porque está siempre hasta el culo de gente. No hay ni una puta mesa libre y hace un calor insoportable. Manolo, que está currando en la barra, suda como un cerdo. Tiene las pupilas dilatadas y nos da la mano, al vernos.
—Qué pasa, chavales. ¿Habéis visto el partido, troncos? –pregunta.
—Una puta mierda de equipo. Del uno al once, son todos una mierda –dice Roberto.
—Me han jodido el baño en Cibeles, tronco. Si esto sigue así, acabaré haciéndome del Atleti. A ver, ¿qué queréis?
Pillamos un mini y una bravas.
Roberto echa una ojeada a nuestro alrededor para ver si Pedro ha llegado. Luego, mira su reloj y dice: joder con el Pedro, desde que tiene novia pasa de todo el mundo.
—¿Hemos quedado con alguien más? –pregunto.
—Sí. Con Fierro, Raúl y con Yoni.
—¿Quién es Yoni?
—Un amigo de Raúl. Un tío guay, nada que ver con el pesado de Raúl. Allí en Marbella, en Semana Santa, nos lo pasamos de puta madre con él.
Hay una mesa que se ha quedado libre y le digo a Roberto que la pille, rápido, antes de que nos la quiten.
—Joder. Ten cuidado, que casi me tiras el litro.
Nos sentamos.
Pedro llega un poco después.
—Bueno, ¿dónde está tu novia? –pregunto.
—Nada. Silvia hoy no sale.
A Pedro no le mola nada hablar conmigo de su cerda. Está muy enamorado y no le gusta que me ría de él. Por eso cambia de tema en seguida.
—¿Habéis visto al mariconazo de Míchel cómo ha fallado el penalti? Si es que estaba tan acojonado que ni ha levantado la vista. Qué malo es el hijoputa –dice.
—Sí que lo hemos visto. Mientras te esperábamos.
—Ya. Lo siento. Es que estaba con Silvia y no me daba tiempo a llegar a tu casa. Me hubiera perdido medio partido por el camino.
En la mesa de enfrente hay una cerda con una camiseta sin mangas que me está mirando.
—Tú, atontado. Déjame salir, que voy a mear.
Aparto mi silla y dejo salir a Roberto.
Quedamos Pedro y yo solos.
—Carlos, coño, tenemos que hacer algo con Roberto.
—¿Qué le pasa?
—Es la movida de la tías, ya sabes.
—¿Qué pasa con las tías?
—Pues que no puede seguir así. Si no le echamos una mano, es tan tímido que no va a conseguir salir nunca con una piba. Tú lo sabes bien, eres su mejor amigo.
—¿Y a ti qué te importa si sale o no sale con tías? Déjale en paz. Es un problema suyo, no tuyo. El día que Roberto quiera tener una cerda, la tendrá.
[…]

***

V

Me levanto con la cabeza algo cargada: la movida de anoche se prolongó más de lo que esperaba y volví a casa a las seis. Saco la piedra de ayer, la quemo y lío un porro. Lo enciendo con un Zippo horrible que me regaló mi hermana por mi cumpleaños y me quedo mirando el humo espeso que llena la habitación. Estoy sentado, apoyado sobre el respaldo de la cama, y sujeto en la mano una cajita metálica que utilizo como cenicero. Pienso en que no tengo nada que hacer durante el día. Sólo comer, dormir y cagar : está claro que el lujo es el retorno al estado animal.
Cada vez me cuesta más salir de la cama.
Son casi las dos. Haciendo un esfuerzo, consigo levantarme, me arrastro en gayumbos hasta el salón y llamo a la filipina para que me prepare el desayuno.
—¿Ha llamado alguien, Tina? –le pregunto.
—No, nadie.
Bebo el zumo de naranja de un trago y enseguida me entran ganas de cagar, así que voy al baño y me siento en el váter. Otra vez estoy descompuesto. El alcohol, desde luego, no es lo mejor para hacer bien la digestión.
Me limpio el culo y tiro de la cadena.
Un poco más tarde enciendo la tele. No hay nadie en casa, así que me pongo una peli porno.
Como de costumbre, al principio, el tío está flojo: una de las dos cerdas le mordisquea los pezones y le chupa la polla hasta que se empalma. El tío comienza a follarse a una mientras la otra se masturba. Luego empiezan los planos cortos de su cara y se ve que está a punto de correrse. Justo cuando lo hace, llaman a la puerta y tengo que apagar el vídeo y cambiar de canal rápidamente.
Mientas la fili abre la puerta, me voy a mi habitación y limpio el semen de mi vientre con un Klínex.
El viejo entra en mi habitación.
[…]

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