dimanche 11 novembre 2012

Entrevista a Félix Terrones (Pérou)

Félix Terrones est l'auteur, entre autres, de deux nouvelles traduites par nos soins :
« Le facteur » – par Elena Geneau – que vous trouverez dans notre anthologie « Lecture d'ailleurs »

« Un Péruviens, vaguement » – en cours par Sonia Ferreira, Justine Ladaique et Élodie Peeters –, à paraître dans une anthologie préparée par l'Université de Nanterre.

Nous remercions collectivement l'aimable Félix… à qui nous souhaitons également une belle réussite prochaine ; il comprendra certainement ;-)

1) ¿Cuánto hace que escribe y qué lo impulsó a escribir?
Escribo desde que tengo dieciocho años. Soy bastante consciente del momento en el que me decidí a escribir. Ocurrió mientras leía La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. En aquel entonces leía mucho,  pero nada peruano y ni siquiera latinoamericano. Pese a que durante un año tuve a un excelente profesor de literatura, la pobre selección de textos y lo malo de los escritores,  la mayoría regionalistas o costumbristas como Enrique López Albújar, Alcides Arguedas o Clorinda Matto de Turner, me llevaron a leer literatura de otros países. Era raro pero una novela francesa cualquiera me interpelaba más, por osada, ambiciosa y sutil que cualquiera de esos escritores locales. No recuerdo cómo fue que di con la primera novela del joven Vargas Llosa. Primero lo leí con escepticismo, después con perplejidad, al final con rendida admiración. Cuando terminé la novela, tuve la sensación de que la escritura, que antes me había parecido algo imposible, por alejado, también era posible para un chico como yo. Fue entonces que decidí empezar a escribir o, mejor dicho, que me hice consciente de mis ganas de escribir.
Primero fueron proyectos inacabados. También textos que me demoraba una eternidad en escribir pero un instante en botar a la basura. Aproveché el otoño del año 2000 para viajar al norte del Perú con una maleta llena de libros y varios cuadernos. Me encerré en una casa sin agua y electricidad que mis padres habían comprado recién. Cuando se me acabó el dinero, ya estaba cansado del aislamiento y me había leído todos los libros, descubrí que había escrito mi primer libro, A media luz. (Ahora que cuento esta anécdota me pregunto cuántos jóvenes peruanos decidieron empezar a escribir tras la lectura de La ciudad y los perros.)

2) ¿Qué clase de lector es?
Soy un lector omnívoro. Leo todo lo que se cruza en mi camino, noticias, afiches, volantes, incluso menús de restaurantes. Eso me da la sensación de tener contacto con lo vivo del idioma. Eso sí,  cada vez que leo literatura, tengo mis preferencias. Leo antes que nada narrativa y poesía. También ensayo, crónicas y relatos de viaje. Después he tenido, como muchos otros, períodos y preferencias. Ahora último, por ejemplo, leo mucha literatura alemana. No soy lector de modas. No me gusta llegar a un libro porque ganó el premio “X” o el “Y”, o porque han vendido miles de ejemplares, o porque tal celebridad habló de él. De hecho, prefiero mil veces releer un clásico que leer una novedad: Melville, Kleist o Laclos me parecen mucho más modernos que varios de los escritores contemporáneos.
Lo que me interesa,  por lo demás,  es que un libro me interrogue como individuo.

3) ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir – ya sean del campo literario u otros?
Pregunta difícil. En ocasiones, sobre todo con alguno de los microrrelatos, parto de una imagen en particular. Alrededor de ella ordeno mis palabras que enriquecen y complejizan y en ocasiones tergiversan la imagen inicial. Otras veces, como ocurrió con mi última novela, empecé con notas. Notas de la ciudad (en aquel entonces acababa de llegar a Tours), de mis encuentros con la gente,  de mis lecturas y de lo que vivía. Cuando me di cuenta, tenía gran parte de lo que sería mi novela. Pero no me puse a escribir de inmediato. Todavía era demasiado autobiográfico. Entonces lo dejé descansar, me puse a escribir otras cosas, a investigar para mi doctorado. Cuando algunos años después regresé al texto, lo hice con la distancia suficiente, y las lecturas, y el tono, como para darle una forma novelesca. Fue así que terminé La tierra prometida, mi última novela, aún inédita. En cuanto a escritores que me inspiran cuando escribo microrrelatos puedo mencionar a algunos que se me ocurren ahora como Max Aub, Ana María Matute, David Roas y Fernando Iwasaki. De los recientísimos, pienso en los excelentes Juan Yanes, Rony Vásquez Guevara, Susana Camps y Agustín Martínez Valderrama.

4) ¿Cuando escribe,  piensa en el « lector », si así fuera,  quién / cómo / dónde está?
Antes que nada, pienso en un lector exigente con lo que lee. Un lector escéptico que no busque lo que está bien dicho ni lo retórico sino que busque arriesgar, que busque esa forma de malestar y extrañamiento que entrega la literatura. Por eso, no me interesan los lectores que se identifican con lo que escribo, pues mis ficciones cuentan sus vidas,  sino más bien aquellos que anhelan ser otros con cada lectura. La lectura no puede ser más que el entredicho de las certezas y convicciones.

5) Cuando está falto de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo?
En la lectura y en la relectura. También en la conversación. O en mis paseos por la ciudad. De hecho, siempre tengo la sensación de estar escribiendo pues cuando no lo hago es como si fermentara algo. Llega un momento en el que me perturba tanto el no escribir que regreso poco a poco a la creación. Cuando me doy cuenta,  ya estoy en un nuevo relato o novela. El tiempo que he dejado de escribir es más una pausa que un silencio.

6) ¿Nos puede hablar un poco del cuento traducido aquí?
Sí, es un cuento que escribí durante un período en el que me era difícil regresar a la creación. Había terminado mi tesis y un libro de cuentos. Me sentía exhausto, pero al mismo tiempo necesitaba escribir. Pensé en, como quien taja sus lápices, ponerme a escribir microrrelatos. Nunca lo había hecho. Además, teniendo una escritura con tendencia a la expansión y las ramificaciones, pensé que sería un ejercicio de estilo interesante. Sin embargo, todavía no tenía tema alguno. En un trayecto a Nantes, la tierra de mi esposa, conversaba con Emmanuelle con respecto de escribir algunos microrrelatos. Entonces,  ella me contó que una vez había visto a un cartero entrando con su alforja en el cementerio. Después me dijo que me dejaba esa imagen,  inverosímil e incongruente,  por si acaso me interesaba. Al día siguiente ya tenía listo “El cartero” que envié a “La nave de los locos” de Fernando Valls. Conocía del prestigio del blog, un referente en los microrrelatos en español,  pero no sospeché un solo instante que me iba a publicar. Nadie me conocía en ese ámbito. Para mi sorpresa,  Fernando Valls me respondió con entusiasmo y me aseguró la publicación. Todo esto fue en diciembre del año pasado. A partir de ese momento empecé a escribir microrrelatos. Me puse como imperativo escribir siete por día. Escribí decenas,  eliminé varios,  al final me quedé con un puñado. Cuando tuve un libro se lo envié a Fernando Iwasaki y David Roas quienes me propusieron escribir un texto de contratapa y una presentación. Fue así que nació,  con una sugerencia de mi esposa Emmanuelle, “El viento en tu cara”. Espero verlo publicado pronto.

7) ¿Qué impresión le causa saber que su cuento está siendo traducido?
Me genera mucha curiosidad porque la traducción es esa tensión entre la fidelidad y la invención. Hay que saber ubicarse entre ambos,  lo cual no es nada fácil. Ahora que he leído la traducción de Elena Geneau, dirigida por Caroline Lepage, tengo la impresión de que le han dado a mi texto una respiración y un ritmo distintos, el de otro idioma, el francés. Al mismo tiempo,  reconozco los periodos largos, esas acumulaciones de adjetivos con las que me gusta darle ambigüedad a mi escritura. Con todo,  me quedo mil veces más con la traducción no sólo por su impecable calidad sino también porque me entrega, como autor, un texto alternativo, un espejo opaco y más claro a la vez.

8) ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías en lo que a literario se refiere?
Una opinión bastante dividida. Me perturba que se pretenda remplazar al libro. Con un libro impreso, hay un vínculo que sobrepasa al de la lectura y que involucra lo sensorial. A mí me gusta meter los libros en la mochila, en el bolsillo de mi abrigo. También olerlos antes de leerlos. Sin embargo,  soy consciente de que géneros como el microrrelato le deben mucho a la manera en que Internet ha cambiado nuestros hábitos de lectura. Con lo cual, es innegable que se han abierto muchas puertas las formas y géneros.

9) ¿Si estuviera en el lugar de Rilke, qué consejos le daría a un « joven poeta / escritor »?
Que tenga mucha humildad para renunciar a la escritura genial. Los escritores geniales son un puñado, el resto es gente común pero con la sensibilidad suficiente para encontrar una forma literaria personal, única. Que sepa bien que lo único que vale la pena es la tenacidad. Porque con constancia y práctica se puede llegar a un nivel “potable”. También hay que saber escuchar. Soy alérgico a los escritores a los que lees como si declamaran o se escucharan hablar. Flaubert lo dijo todo cuando afirmó eso de “Madame Bovary, c’est moi”. Hay que saber escuchar a los personajes, dejarlos hablar, cada uno tiene una manera particular de ver las cosas y de expresarse. Otra cosa es darle más importancia a lo que no se dice que a lo que se afirma o detalla (esto lo aprendí mucho con los microrrelatos). De hecho en literatura lo valioso es lo que omites,  no dices o siquiera sugieres., Y, por último, que lea mucho a Rilke.

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